jueves, 3 de noviembre de 2011

Te veías tan feliz...

Extrañaba esa sonrisa tuya. Alegre, inocente, clara, totalmente sincera.

Tu felicidad era la mía, hasta que nos alejamos y tuve que aprender a verte feliz... lejos de mí.

Hoy mientras caminaba por la calle escondiendo una vez más mis sentimientos entre falsas sonrisas, desvío mi mirada y te veo, al instante cambió mi expresión y desapareció la sonrisa. Ya ni siquiera puedo verte sin sentir dolor. Como si no fuese suficiente, de la nada te veo sonreír y correr como jamás te había visto hacerlo. Corrías hacia una chica y te vi abrazarla con tanto cariño y alegría que mi mente sólo dio para pensar que debía apurar mi paso y dejar de observar. Entré al local al que me dirigía antes de verte y mi mejor amigo, quién me acompañaba en ese momento me dijo: "Tranquila, podemos quedarnos aquí todo lo que quieras." ¿Tan obvia soy? Ahora entiendo que lo que estoy sintiendo no es tan superficial o pasajero como para lograr taparlo con una simple sonrisa. Él sabía lo que yo había visto y entendía que me estaba rompiendo en pedacitos mientras fingía no haber visto nada. Pensé que entrar y salir del local sería tiempo suficiente como para que al salir tú ya no estuvieses allí pero ni siquiera me dio tiempo de salir cuando te vi cruzar la calle tomado de la mano con esta chica.

¿Qué tan fuerte puedo ser? ¿Qué tanto puedo seguir tragándome lo que siento?
Una ola de sentimientos se mezclaron entre mi mente y mi corazón. Sentí tristeza e impotencia por darme cuenta de que ya no soy nada en tu vida y que no me necesitas, sentí celos por no ser yo quién caminaba a tu lado tomando tu mano. También sentí nostalgia al recordar las muchas veces que te esperaba en la puerta de tu liceo y caminábamos tomados de mano hasta tu casa. Sentí que yo ya no volvería a ser esa que es feliz estando a tu lado. De alguna forma llegué a pensar "Por lo menos está feliz..."
No me quedó más que romper en llanto, creo que era necesario. Mi mejor amigo me abrazó muy fuerte y salimos del local. Contuve las lágrimas hasta llegar a su casa y volví a romper en llanto mientras me atragantaba de helado. Ya no sé ni cuanto tiempo estuve llorando, pero sé que fue tanto que me quedé dormida en sus piernas. Si no fuese por él aún estuviese en ese local negándome a verte continuar tu vida sin mí.

No quiero que tu felicidad deje de ser la mía y mientras tu estés bien, aún si es sin mí, yo haré lo posible por también estar bien. Después de todo la vida sigue pero tu siempre seguirás siendo parte de mi vida.
Hoy, mañana y siempre...

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