domingo, 28 de abril de 2013

Viajes a la luna

Dejé de viajar a la luna cuando tu recuerdo se llenó de olvido.
Ahora el viento me pregunta por tus besos.
¿Pero qué debo decirle?
A veces creo que es mejor mentirle y no decirle que te has ido.
Otras tantas me gana la fragilidad y me quiebro.
Y confieso que un día empezaste a caminar en un sentido opuesto
y desde entonces no has parado.
No has volteado a ver atrás, yo no he dejado de mirarte.
La luna me mira desconsolada, ¿pero qué puede hacer?
Nada me ilumina tanto como lo hacía tu querer.
Acabo por hundirme entre sollozos y unos tantos suspiros.
Preguntas y dudas que me ahogan y alguno que otro buen recuerdo que me salva.
En segundos me vuelvo vulnerable y de nuevo me embriago en tu aroma.
Tu rostro parece retratarse en cada cara que veo en la calle.
Tal vez porque muero de ganas de encontrarte.
Asumo que no volverás y yo enloquezco entre mi impaciencia.
Tal vez la luna deje de esperarme y quizás yo deje de soñarte,
pero mi corazón, lleno de tinta,
seguirá con ganas de quererte con cada una de sus letras.

Bitácora de un romance

25 de Agosto de 2012.

Noche fría, buenos planes pero sin expectativas. Allí estaban existiendo dos personas que ignoraban su estadía en el mismo lugar. Conversaciones banales, cigarrillos, licor y música de fondo. Un mundo que no paraba de girar y un universo construyéndose entre sus miradas. El big bang fue ese beso que ambos recuerdan todavía con perfectos detalles.

26 de Agosto de 2012.

6:00 am. Acostados en el suelo, rozando sus narices, admirándose cuales obras de arte. Él confesó encontrar la belleza en los ojos de aquella chica, mientras que se preguntaba si alguna vez esa poetiza lastimada por el paso de los años escribiría prosas y versos con su nombre.
8:00 am. El adiós, un último beso, una última mirada y el comienzo de una galaxia separándose en la distancia.

Irónicamente, esa despedida se convirtió en el prefacio de su historia.

Con el pasar del tiempo, conversaciones, noches, llamadas, preguntas, risas, besos, abrazos, formaron la amistad y la unión que hace mucho ninguno de los dos tenía. Se querían locamente. Fue calma a medio alboroto, como si el mundo comenzara a girar más lento sólo para adaptarse a sus pasos.

¿Cuánto  les duraría esto? ¿Realmente sería real?

Ella jamás dejó de sentir miedo, su pasado a veces se tornaba borroso pero jamás desaparecía.

Hora tras hora, noche tras noche, día tras día, mes tras mes. Recorrieron cada librería de esa ciudad y el café muchas veces fue partícipe de sus conversaciones. Parques, césped, largos viajes en tren. Sus vidas se habían convertido en una aventura. Recorrían kilómetros para verse diariamente.

12 de Diciembre del 2012.

Fue quizás, la primera vez en la que se vieron plenamente como lo que eran; dos seres humanos indefensos que intentaban amarse con lo poco que tenían. Susurros, miradas y suaves respirares fueron los diálogos de aquel momento.

Se amaron por primera vez.

Ella amaba la manera en la que se querían, sus torpezas, sus risas sin sentido, su mutuo amor por la música y los buenos libros. Aunque odiaba la forma en la que él jamás podía besarla o abrazarla sin ensuciar sus lentes o despeinarla, su orgullo y sus impulsos, pero de alguna manera, ella aprendió a quererlo así como era.

Ella con su malhumor y él con su orgullo. Comenzó a convertirse en un campo de batalla en el que cada uno luchaba por defender su posición. Ella sabía que él con su orgullo se volvía ciego y sus sentimientos eran demasiado grandes como para permitir que eso explosionara y se convirtiera en problemas mayores, así que repitiéndose que se debe amar al prójimo por lo que son y no por lo que esperas que sean; ella bajaba su escudo, cabizbaja caminaba hasta él y lo abrazaba porque muchas veces era la única forma de detener sus altercados.

Se resquebrajaba y meditaba. Algo debía de estar mal y estaba dispuesta a encontrar la solución. Ella quería ser esa que hiciera la diferencia y se quedara a su lado a pesar de su orgullo y los problemas. Quería luchar por él y por lo que habían construido juntos.

Callar, hablar, dialogar, reclamar, gritar, llorar. Nunca nada servía. Empezaba a sentir que todo se venía abajo.

¿Había llegado el fin de este universo que se había creado con un beso?

Seguían sin darse por vencidos; pero no perder tampoco los hacía ganar. Quisieron abandonar muchísimas veces pero volvían a besarse y las estrellas del cielo comenzaban a brillar nuevamente. Despacio, una tras otra.

14 de Febrero del 2013.

Un día lleno de fuertes emociones. Su mundo se estaba acabando y ellos apenas comenzaban a notarlo.

Tal vez hicieron falta más besos o más miradas. Más palabras o más suspiros. Ella sabía que el día empeoraría con en paso de las horas, él desconocía la razón de su inquietud y su molestia. Lo que realmente no lo hacía tan diferente a los pasados días en los que discutían. Él parecía nunca saber nada y ella siempre quería saberlo todo.

Esta vez su escenario fue una plaza en la que ella se sintió derrotada y decidió cerrar el libreto. Las palabras que salieron de su boca estuvieron encerradas durante mucho tiempo en lo profundo de su alma y aunque necesitó armarse de valor y dignidad, logró decir hasta la última que le quedaba. Sentía que había dado todo, estaba vacía y no sabía qué otra cosa podía seguir haciendo para sobrellevar esta lucha. Se había cansado de llevar consigo su bandera blanca y pedir tregua. Sabía que esa guerra jamás acabaría si era únicamente ella la que luchaba.

Ella seguía luchando con el corazón a flor de piel, pero él decidió abandonarla, dejarla allí de pie frente al mundo con sus ojos llenos de lágrimas. Ella esperó creyendo que él volvería, con fé de que su amor era lo suficientemente grande como para arrepentirse y volver corriendo a ella diciéndole que aún no quería dejar de luchar. Pero fue en vano, él nunca llegó y así es como tuvo que observar el principio del fin de una historia que tanto le había costado escribir.

A partir de ese día todo cambió. Ya no se hablaban a diario, a decir verdad, ya no se hablaban. Ella visitaba las librerías sola y sus viajes en tren se habían vuelto largos y tediosos.

9 de Marzo del 2013.

Un mensaje: "Te extraño". Ella pudo sentir cómo su corazón se detenía y volvía a latir fuertemente. Era casi un milagro que su orgullo le hubiese permitido teclear cada letra de esa corta oración. Simple pero valiosa.

¡Cuánta confusión!

10 de Marzo del 2013.

Él: "Te quiero". Ella sólo podía pensar en aquel día y en lo mucho que le dolió la soledad que la había invadido desde entonces. Claro que también lo extrañaba y seguía queriéndolo tanto como siempre, pero sentía miedo. No quería volver a la rutina que la había estado consumiendo, a las peleas constantes, a las lágrimas saladas. No sabía si quería que todo volviera a ser como antes. No sabía si quería seguir queriéndolo como lo hacía.

A casi un mes desde la última vez que se vieron, se reencontraron. Él confesó haberla extrañado y haber entendido que ella era justo lo que quería y necesitaba en su vida. Ella seguía confundida, nerviosa y llena de miedos. Tal vez ya su tiempo juntos había terminado, tal vez su relación nunca mejoraría, tal vez lo mejor era rendirse y seguir cada uno sus caminos, pero él la besó y de nuevo su cielo se llenó de estrellas, y ella se hizo débil. Lo quería demasiado para dejarlo ir.

Habían vuelto a estar juntos y con ellos las librerías y los viajes en tren. Parecían estar bien, parecían quererse igual que siempre pero de a poco volvía la rutina y las discusiones. Habían vuelto al campo de batalla.

Ella lo miraba a los ojos y se sentía sola, vacía. Jamás había dejado de mirar al mismo que la dejó sola en aquella plaza. Cansada de sentirse así decide nuevamente dejarlo todo y rendirse. Por lo que acordaron poner punto y final.

En ese tren, aquel reflejo de su mirada la hizo quebrarse. Se arrancó la dignidad y lo abrazó. Su vulnerabilidad la hacía invisible y sus lágrimas no dejaban de caer. No importaba cuántas personas estuvieran presentes, para ella eran sólo ellos dos.

De nuevo no pudieron alejarse, ella seguía haciéndole treguas al amor.

Una mentira, un descaro. Fue la gota que rebasó el vaso. Se cansó de luchar sola pero sigue llorando cada noche esperando más de él. Sintiéndose exactamente igual que aquel 14 de Febrero. Sola y vacía. Ahora no para de preguntarse si aquellas palabras: "Eres lo único que quiero y necesito en mi vida", eran reales y si realmente alguna vez fue amada.

Después de ocho meses sigue queriéndolo con la misma fuerza, destrozándose por dentro, tratando de mantener encendida esa única estrella que aún brilla en su cielo.