martes, 31 de julio de 2012

Una llamada

Una llamada a un poco más de media noche que me hace abrir los ojos bruscamente.
La vibración de mi teléfono me estremece. Es un número desconocido. Con los ojos entreabiertos sólo unos pocos de ellos logro diferenciar.

Como viajar en el tiempo, algunos recuerdos llegan a mi mente: la sensación del roce de mis sábanas contra mi piel, la luz roja de mi teléfono que parpadea incesantemente, la oscuridad de mi cuarto en una noche fría, la aparición repentina de una llamada de un número que no tengo registrado entre mis contactos telefónicos y hasta esa característica jaqueca con la que convivo.

Mi corazón comenzó a latir fuerte y mis manos se volvieron un poco sudorosas. Intentaba aclarar la mirada para conseguir reconocer el número que me llamaba a tan tardes horas de la madrugada. La ansiedad pudo más que la calma y decidí atender, aún sin saber quién era.

Intenté decir "¿Aló?" y no obtuve más que un fallido intento en el que mi voz se negó a salir. Aclaré sutilmente mi garganta y repetí, logrando así comenzar la conversación.

Mis pensamientos parecían ir tan rápido. Aparecían uno tras otro en mi mente.

Estaba ansiosa, nerviosa y hasta un poco desesperada. No paraba de repetirme: "¿Será él?", "¡Tiene que ser él!"

Fue entonces cuando escuché una peculiar voz que probablemente por mi ansiedad me hizo pensar que era él. Ese que me llamaba por las noches; siempre después de las doce, y con quien duraba tres y cuatro horas hablando. Con quien muchas veces discutí y lloré, pero que de una u otra manera siempre me hacía reír.

No podía creerlo. Aunque quería que fuese él quien me llamaba, no podía serlo. Era casi imposible.

Me dispuse a repetir la misma pregunta con la esperanza de aclarar la duda y acabar con la curiosidad pero aún con el deseo de encontrarme con la sorpresa de que se tratara de él quien hablaba desde el otro lado del teléfono.

Pasaron algunos segundos y yo aún seguía hundida en la duda y en la confusión.
¡Cómo deseaba que fuera él! ¡Cómo deseaba escuchar su voz!
Pero no, la realidad era más fuerte y pesada. No era él quien me hablaba. Esa voz no le pertenecía.

La tristeza y decepción me invadieron. Cuántas ganas de soltar una lágrima. Cuántas ganas de tenerlo cerca y abrazarlo fuerte. Cuántas ganas de no dejarlo ir.

Y entonces comprendí que lo había perdido para siempre.

sábado, 28 de julio de 2012

Desde abajo y hacia arriba

Evidentemente no he actuado de la mejor manera, ni he reflexionado lo suficiente sobre algunas cosas, pero encontré el punto de mi vida en el que una delicada y delgada línea se encarga de separarlo todo, haciéndolo ver más nítido.
Errar es de humanos y como humana soy experta errando. 
De un tiempo hacia acá empecé a ver el mundo con los ojos un poco más abiertos, pues entendí que de caminar con los ojos cerrados sólo lograría estrellarme. He querido dejar atrás etapas superadas de mi vida y seguir adelante, pero no había entendido que debía dejar de caminar en círculos, mientras que el mundo seguía caminando en direcciones opuestas dificultándome aún más el caminar.
Es hora de detenerme, frotarme los ojos con las manos, respirar y caminar. Es la única manera de aprender.
Seguir adelante implica dejar muchas cosas atrás, puesto que mientras más lejos quieras llegar, menor carga deberás llevar. Es hora de entender que no necesito que me enseñen, sino que necesito aprender. Necesito empezar a ver los errores por mi misma antes de cometerlos y a sentirme de mí, antes que de alguien más.
Soy minúscula ante un universo tan infinito, pero no por eso soy menos, tampoco lo es nadie más. El secreto está en sentirse capaz de ser tan grande como este.
El camino es largo, el tiempo es eterno y la vida siempre será tuya mientras tú desees seguir viviéndola.
Yo deseo vivir, hacer algo por mí y por mi vida. Me cansé de caminar en el mismo círculo, buscando con desesperación lo que toda mi vida he estado anhelando, sin querer entender que por más que busque en el mismo lugar, nunca cambiará lo que siempre ha habido en él.
Me cansé de fracasar por mi necedad y mis miedos. Me cansé de tropezar mil veces con la misma piedra sin aprender absolutamente nada. 
Fui ciega durante tanto tiempo que me cansé de que la oscuridad sea el único lugar en el que logro encontrar calma.
Hoy decido ser fuerte y buscar mi camino, ir sola en busca de algo mejor. Ya basta de tropiezos y lágrimas, si quiero reír debo luchar para encontrar mi felicidad muy lejos de aquí.

martes, 24 de julio de 2012

Sin alas vuelo, pero sin ti no puedo

Vuelos altos en el cielo y paseos maravillosos entre nubes, son inexplicables pero los disfruto cual mayor placer.

No le pongan precio al cielo, yo sólo quiero estar allí y saber que al volar siempre te encontraré a mi lado para alzar el vuelo.

Puede que le tema a la altura y tal vez a la caída, pero quédate conmigo y no me hagas pensar en eso. Hazme olvidarlo con un beso.

Quedémonos juntos en silencio admirando lo alto que podemos llegar. Hagamos nuestros cuerpos más livianos, olvidemos las preocupaciones y las dudas. Entendamos que sólo necesitamos una cosa para volar y no es más que nuestra mutua compañía. Sólo tú y yo agarrados de la mano, entrelazando nuestros dedos y suspirando tras cada beso.
Un simple sueño compartido desde lo más profundo de nuestros deseos.

Quédate conmigo y no me dejes caer. No me preocupa la caída, sino el no poder encontrarte al llegar al suelo. No dejemos de volar, ni de hacer el cielo nuestro universo. Tómame en tus brazos y con un beso prométeme que siempre estarás aquí.

jueves, 19 de julio de 2012

Encontrar tus besos en otros labios

Me encontraba allí, a mitad de un beso; tus besos... o eso era lo que sentía.

Confusión, nostalgia, tristeza, felicidad. No sabía qué era lo que en ese momento estaba gritando mi alma, pero me sentí viva y creo que eso fue lo que más me estremeció.
¿Cómo era que podía sentirte tan real, tan cerca, tan tú?
¡No eras tú! Ese es el problema...
No quería abrir los ojos, ¡no podía! No sé si por miedo o por no querer darle fin a esto que sentía.
Como si fuera una película, todos los recuerdos que tenía a tu lado aparecieron en mi mente. Los sentimientos, las sensaciones, ¡todo cobró vida!
Te encontré entre cada suspiro, entre cada respiración, entre cada pausa.
¿Qué se suponía que debía hacer ahora? Te estaba besando desde lo más profundo de mi ser, en otros labios. Me repetía una y otra vez que no eras tú, pero no quería dejar de hacerlo. Te estaba amando infinitamente.
Una vez más me sentía inhibida por tu esencia.
Empezaba a sentirme terrible por esta sensación. No podía estar besándote, simplemente porque no eras tú quien estaba allí entregándome sus minutos.
Aún con los ojos cerrados dejé caer una lágrima. Caminó por mi mejilla y fragilmente rozó mi boca. Fue entonces cuando abrí los ojos e inmediatamente vi la mirada de aquel que se encontraba besándome; amándome a mí, mientras yo te amaba a ti equivocadamente.
Me destrocé. No te tenía y me encontraba llorando sin razón frente a la persona que había abierto su corazón para mí.
En el instante en el que me detuve y separé mis labios de los suyos fue un golpe seco que me trajo devuelta a la realidad, dejándome con la sensación de tus besos en mi boca y con el alma estremecida por las ganas de volverte a amar.

martes, 10 de julio de 2012

El silencio es sólo otra palabra para mi dolor

Vivir de preguntas que jamás han tenido respuestas, de dudas que parecen no tener solución y de inmensos vacíos que son imposibles de llenar. Momentos que llevas contigo para intentar convencerte de que la vida puede ser mejor, recuerdos que te imploran que hagas algo a su favor. 
Cuando has estado toda tu vida viviendo por los demás, sencillamente olvidas lo que es vivir. Arrastras la vida porque crees que eso es lo correcto, porque no te queda otra forma de llenar tus días. Las escasas sonrisas multiplican las lágrimas, dejándote más tiempo para llorar que para sonreír. Los días son iguales, los meses son rutina, los años son tortura.
El dolor se hace más fuerte, las heridas más profundas, las palabras no son suficientes, mientras que los pensamientos abundan, pero todo se hace efímero.
Cada día parece ser más lento y a escondidas tu vida se desgasta en vano.
Te cansas de estar en todo momento para los demás, te cansas de escuchar y de sólo hablar para ayudar, mientras que por las noches te atormenta la idea de que tus propios problemas te ahogan, pero tú callas, finges y sigues adelante, sacando fuerzas de donde no las hay para seguir arrastrándolos contigo. Cargas tu cruz y la de los demás pero nunca nadie se ha ofrecido, aunque sea, a sostener la tuya. Es cuando comienzas a hartarte y consideras simplemente soltar todo y dejarlo ir. Abandonar a las personas, abandonarte a ti, abandonar la vida. Pero entiendes que te encuentras en el fondo y que más bajo no puedes caer. Si de alguna forma quieres salvarte, lo único que queda es subir. Te das cuenta de que has gastado tus fuerzas por otras personas que ahora se encuentran por encima de ti, personas que si quiera pensarían en mirar hacia abajo para ofrecerte una mano.
¿Cuántas veces guardaste silencio y tragaste grueso para no gritar? ¿Cuántas lágrimas derramaste en la oscuridad? ¿Cuántas noches pasaste en vela pensando en tus problemas mientras todos dormían? ¿Cuánto hiciste por alguien que jamás agradeció? ¿Y cuánto tiempo más dejarás que el mundo te pase por encima, te pise y tu simplemente sigas mordiéndote la lengua, respirando fuerte y sacudiendo el sucio de tus rodillas con tus manos mientras intentas ponerte de pie nuevamente para seguir adelante con un paso lento? ¿Cuántas sonrisas más seguirás fingiendo?
Sabes que no tienes una vida; llevas una monotonía pegada a tus días.

Estar vivo no es tener una vida, tener una vida no es vivir y vivir no es estar vivo.

       Silence_by_frankielovesmcr-d4r2fv2_large