sábado, 5 de noviembre de 2011

Cadáver exquisito

Tú, desde aquel día.
Marcaste mi vida con sonrisas vacías,
llenaste con suspiros esperanzas sin sentido.
Te encargaste de robarle sueños a mi almohada,
abandonando cada parte de mi alma.
Decidí entregarte esos poemas reservados en las paredes de mi corazón
que por tanto tiempo callé por el miedo de no saber a donde los llevarías.
Un día encontré a mi amor gritándolos a tu oido, entonces supe que era demasiado tarde. Me había enamorado.
Mucho lo negué y ya no me queda otra que aceptarlo. De ti me he enamorado.

Sí, enamorada como Julieta de Romeo, como el amor que me inventé de niña. Sin saber que algún día te irías.
Los sueños han desaparecido pero el deseo sigue vivo. Mantengo el recuerdo entre mis labios para no aceptar que te he perdido
y con las huellas de tus besos se consuelan mis labios y con el roce de tu olvido se humedecen mis ojos. Aprieto mis manos al recordar que alguna vez sostuve las tuyas, me suda la nostalgia con cada lágrima que se desliza en mis mejillas.
Me llueven los recuerdos y te veo en el espejo cuando suelo mirar mi alma,
ella me recuerda mis errores pero el destino me susurra que debo continuar. Yo confundida entre si seguir o parar, olvido lo que es importante de verdad.
Mientras congelo mi mirada en lo que fuimos, olvido cuando tiempo he perdido sin ti.
Deseo devolver el tiempo y mirarte a los ojos, besarte con ganas y decirte lo mucho que me has hecho falta.
Deseo poder encontrarnos como solíamos ser pero la vida es un juego sucio, donde el tiempo suele hacernos trampa
y debemos luchar por no dejar perdernos entre la nada
por existirnos y desaparecernos. O alejarnos y olvidarnos,
pero debemos luchar.

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