martes, 10 de septiembre de 2013

El mismo cielo

¿Cuántas veces no se han roto mis alas e incluso no he dejado de volar?
Se lo debo a este cielo, que aunque lejano, es la razón por la que vuelo.
Tal vez el viento desvió mi recorrido y en algún punto olvidé cuál era mi destino pero hoy la vida ha retomado su rumbo y me ha hecho entender que el amanecer que acontece cada mañana es eso que quiero a mi lado por el resto de los días.
¿Cómo alcanzar un cielo tan lejano?
Hace mucho que dejé de volar en la misma dirección, pero sin duda, jamás dejé de volar; aún conservo conmigo ese fresco aroma del viento que hacía soplar mis mejillas.
Extraño ese cielo y de sus penumbras anhelo ver las estrellas que se reflejaban a su espalda.
Extraño esa galaxia que se construía en su mirada y la brisa cálida, sonido de sus palabras.
Ese roce entre las nubes, dulce toque de sus manos. Y la luna... Mi fiel compañía nocturna.
Alzo mi mirada y veo el cielo, y susurro con la esperanza de que algún día me permita volver a volar entre sus nubes.

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